viernes, 17 de diciembre de 2010

La casa que enloquece V. I

Iba yo a dedicar una entrada a los supermercados, sin duda una de las cosas más peculiares de Florencia, pero los acontecimientos del día de hoy me hacen adelantar parte de una entrada muy esperada: las bibliotecas. Pero no nos emocionemos, que simplemente voy a contar el día de hoy.

Hoy, buen jueves de Diciembre, me desperté yo a las 7 y media de la mañana para poder ducharme (ducharse por la noche es morir de frío) y a las 9 asistir a mi clase de Historia de Artes Aplicadas (que, suddenly, se transformó en Historia de la Joyería Contemporánea). Pero bien, dicha asignatura, en teoría mi favorita, merece también una explicación.

La imparte una señora florentina, que escribe muchisimo y de judíos (por lo que me cae bien), y que es la única simpática que nos ha hecho un programa especial para tontos erasmus. Aquí, por si alguien no lo sabe, nos examinamos de libros y no del temario que das en clase (y a menudo no tienen nada que ver); por lo tanto, ir a clase es una estupidez, pero yo como soy erasmus tonta, voy. Bien, en esta clase, no solo ha sucedido que de repente la dan los alumnos y no la profesora (alumnos que hablan como el peor de los sevillanos, y que no saben exponer, en muchos casos), sino que la señora, además de no saber que temario imparte, y decirnos QUE SE LO TRAJESEMOS NOSOTRAS, nos lo ha cambiado tres veces.

Bien, a principio de curso compramos parte del temario, unas meras fotocopias y un cd: la tontería unos 10 euros. Va y lo cambia. Ahora el temario se compone de unos 10 libros: a 16 de Diciembre (marchamos de aquí el 18) teniamos dos. Nos promete que otros libros están en un supuesto cd que rula por ahí: lo conseguimos por 3'50. Con esto, nos siguen quedando 7 libros.

Vamos a la Biblioteca d enuestra facultad, una biblioteca que es mero depósito: el ordenador no funciona, por lo que no se pueden buscar los libros. Después de 20 mins, funcionó: en la Biblioteca de TODAS LAS UNIVERSIDADES DE FLORENCIA solo había 3 (uno de ellos prestado) de esos 7 libros. Perfecto, nos dirigimos a la Biblioteca della Via della Pergola para buscarlos, ya que al menos estaba cerca. El Bibliotecario nos pega 4 gritos, que porqué nuestro libreto universitario es tan grande (el de la Universidad de Florencia, oye), y una serie de impertinencias más. Tras dejar todo en una taquilla, dejar el dni firmar, etc, pudimos subir al piso de arriba.

Ahora unas palabras por esta Biblioteca: buscar un libro ahí es como buscarlo en mi casa, solo que en mi casa no están por el suelo. Tiene cuartos, así como del tamaño de vuestro baño, y en cada cuarto, una signatura. Solo que a veces las signaturas atraviesan cuartos, algunas no constan, etc...Perfecto. Ahí debíamos encontrar los libros, que por supuesto no podíamos tomar prestados: había que fotocopiarlos en las maquinas de abajo. Los libros, elegantemente catalogados a lapiz, estaban desordenados: por las mesas, por el suelo y las signaturas se escribían de todas las maneras posibles: ART B2 VII 2-2007 o Art B-2 8 20 07. Por poner un ejemplo. Tras 15 mins de buscar, y preguntar a la amable y jovenzana bibliotecaria, uno de los libros, sencillamente nunca apareció: del otro apenas habia que fotocopiar 20 paginas.

La Bibliotecaria se ofreció a ayudarnos, y con su propio portatil, nos sentamos y arrodillamos ne la escalera (las tres juntas no cabíamos si no!), porque si no, no había internet, nos buscó en que bibliotecas de Florencia estaban los 6 libros que nos faltaban: pudimos saber de 3, el resto ni constan en Internet.

Esos tres, resulta que estaban en la Biblioteca Marucelliana. Fotocopiamos las 20 páginas del único libro que encontramos (5 euros la broma, en blanco y negro, con una tarjeta nueva: inconcebible que todas las máquinas de la universidad funcionen con la misma). Y ahí, así como a las 11 menos 15 de la mañana, comenzó la gran aventura. Debíamos hacernos socios (creo que soy socia de TODO en Florencia, incluidas 4 bibliotecas) y para ello llevar una foto y un documento. Foto y documento en mano, nos vamos a la Biblioteca, que externamente tenía aspecto de embajada. La Biblioteca, solo abre dos horas al día, por cierto, de 11 a 1. Eran las 11.

Nos atiende un señor, que juro que no se que hablaba. Quiero pensar que era Lombardo, y quiero pensar que el señor era deficiente mental, porque si no, estaría ofendiendo a ambos colectivos. Nos pega cuatro gritos, y nos hace dejar el dni y las mochilas, hasta ahí, todo normal. Nos dirigimos al mostrados para hacernos la tarjeta.

Como no somos toscanas (no basta con no ser italiana en este país, si no eres descendiente de Medicis eres escoria), tenemos que rellenar un formulario a parte. Hasta ahí todo normal, menos porque la señora, ARCHIVERA Y BIBLIOTECARIA, no sabía escribir a ordenador. Tampoco era capaz de entender que en España tenemos dos apellidos, ni que éramos Erasmus y por eso estudiamos aquí. Bueno, 15 mins tardó en pasar los 4 datos al ordenador, mirando letra a letras y tecleando con un dedo, a una velocidad que ni una taquígrafa decimonónica. Hace lo propio con Ruth (mi amica y conquilina), y tras media hora, nos da unas cartulinas con la foto grapada y los datos a mano. Nos dice que para pedir libros prestados, debemos rellenar unos formularios, en otra ventanilla.

Los rellenamos 2 veces mal (¡no nos informan!) y a la tercera va la vencida: entonces nos dicen que:
a) Uno de los libros lo tienen, que en 20-30 mins nos lo suben.
b) Los otros dos no se prestan, están solo en la sala de consulta (y no se puede fotocopiar).

Vamos a la Sala de Consulta (que era así como la Biblioteca de la Bestia de Disney, muy barroca ella, con sus escaleritas y entrantes borrominescos) y nos dicen, dos amables abuelas bibliotecarias, que para consultar libros, debemos hacernos OTRA TARJETA, pero que no nos preocupemos, que nos la hacen ellas y que en un rato está. Firmamos nuestra presenta en la sala. Las señoras nos buscan ellas mismas los libros (creo que más por seguridad que por amabilidad) y traen uno: el otro no apareció jamás (si existe, está mal catalogado), pero a cambio nos trajeron otros más. Bien, nos leímos el libro entero (casi todo una lista de topicazos, pero bueno...), lo reusmimos, tomamos apuntes y vamos a por el carnet: en media hora, aún estaba. Cuando finalmente estuvo (otra cartulina a mano, formulario previo, que incluía los motivos de mi investigación, "aprobar el examen de Historia de la Orfebreria"), nos dicen que nos falta otra foto, pero que ya la daremos. Firmamos la salida. La 1 menos 15.

Voy a por mi libro para prestar, que ya debería haber llegado: una lástima, está en préstamo interbibliotecario, por lo que tardará dos meses en volver como mínimo. Si la señora no sabía escribir a ordenador, supongo que tampoco lo supo mirar. Qué pena.

22 páginas en claro más, 2 tarjetas nuevas, y la mañana perdida. Y tenemos 5 de 10 libros (alguno de los cuales, no existe). Y luego decís que Berlusconi es el único problema de este país....Ay, ojalá fuera el único.

P.D. El señor deficiente nos gritó a la salida.

domingo, 12 de diciembre de 2010

El viaje

La verdad, me da mucha vergüenza haber abandonado este blog nada más comenzarlo, pero quizás hiciese falta un poco de reflexión antes de hablar. Llevo ya casi tres meses en Italia y las cosas han cambiado bastante, como era de esperar. En vez de contar mi día a día, creo que será mejor ir haciendo entradas temáticas. Pero como todos me preguntais lo mismo, hago unas primeras aclaraciones previas.
-Sí, vivo en Florencia. Efectivamente, he visto el David, veo el Duomo todos los días (y cada vez me afecta menos) y voy a la Santa Croce regularmente sin que me den síndromes ni revelaciones. Y Florencia es una ciudad incómoda para vivir, por razones que ya es contaré (por cierto, el sol de la Toscana ese de los libros y películas no existe, son los padres). Para unas cosas (la mayoría) es una ciudad cara, para otras no.
-Sí, estoy de Erasmus, y esto no es jauja. Ni la beca me cubre la habitación, ni te regalan asignaturas (es más, muchos impedimentos nos ponen en muchas), ni salgo todos los días (podría, pero el panorama nocturno de Florencia no me gusta demasiado), paso mis apuntes a limpio y estudio casi todos los días. Y hay gente que estudia mucho más que yo (aunque tambien hay gente que aún no ha ido a clase: empresarios clínicos del futuro, antes de contratar a un médico, fijaos si se fue de Erasmus, por favor).
-Vivo con mi amiga y compañera Ruth, también de Zaragoza (de San Mateo, de San Mateo, ya lo es), en un apartamento en el centro centro de Florencia (giro la calle y se ve el Duomo, en 7 mins la Santa Croce, vivo en la calle de la Academia), aproximadamente a unos 200 metros de mi clase. Lo cual es muy cómodo (porque estas cerca de todo, obviamente) y a la vez incomodísimo (calles horribles llenas de motos, aceras en las que no cabes, aceras peor conservadas que las calzadas romanas, invasión de gente en las esquinas, no hay supermercados...)
-No, no he conocido muchos italianos. En primer lugar, porque hay tantíiiisimos españoles que es casi imposible no hablar tu idioma durante más de dos horas, y en segundo, porque los florentinos son lo más rancio y seco que he visto jamás. No se si será introversión o prepotencia (los italianos de otras regiones votan por lo segundo), pero así es. Y el acento florentino es particularmente desagrable. Eso sí, el grupo de españoles (¡y búlgaro!) con el que voy es un amor (L)
-Tampoco como pasta ni pizza todos los días, aunqu tengo que decir que el tópico del señor que canta ópera en su casa y abre los postigos verdes de la ventana para que el mundo lo oiga si que ha sucedido varias veces.

Y hasta aquí puedo escribir de momento, pronto actualizaré con uno de mis temas favoritos: los supermercados (no sabeis lo que me apasionan, suplir la falta de mercadona está siendo muy duro)