martes, 24 de agosto de 2010

Los heliótropos

En su último año de vida, Aby Warburg (fundamental historiador del arte) decía que él había sido como un heliótropo (girasol, para los profanos) que se había vuelto hacia Italia y hacia su pasado, como buscando la luz del sol. Heliótropos ha habido muchos y en todas las épocas, y a mí hace unos meses se me planteó una misma duda: huir hacia el cálido sol de la Toscana o hacia las modernísimas luces (por supuesto, artificiales) de París.

Me decidí por Florencia, hogareña, tangible (es decir: andable) en vez de por el epítome de la modernidad y espero no haberme equivocado. Ya he comprbado que no da síndrome de Stendhal (nunca entendí como eso podía pasarle a un francés, a un americano, pase...) ni nada parecido, pero espero que no se me vaya de todo la cabeza, ni al ver la Santa Croce (como le pasó al genial escritor, que la verdad es que es una belleza, pero así me la esperaba) ni al verme sola y liberada en un mundo estudiantil que me es en gran parte subvencionado. Efectivamente, me voy de Erasmus en unos días, no tengo casa todavía, y mi matrícula no está cerrada. Pero al menos Florencia tiene puentes muy bonitos bajo los que vivir.

O igual acabo subiéndome a un árbol, y como el silecioso George de Una habitación con vistas, me pongo a gritar: BELLEZA, ESPERANZA, IGUALDAD, CONFIANZA, VIDA, BELLEZA, AMOOOOOR


(veáse desde el 9:15)
Que nunca se sabe

domingo, 22 de agosto de 2010

El héroe

Basándose en los arquetipos jungianos, el filósofo, mitógrafo, y en definitiva, humanista Jospeh Campbell publicó en 1949 El héroe de las mil caras, en donde estudiaba y sistematizaba el viaje del héroe, patrón narrativo elemental, al que se ciñen casi siempre los relatos (y porqué no, la vida) del ámbito cultural occidental, de la Iliada a Star Wars, pasando por cualquier novela de caballería o el western clásico. Más sencillo y aplicable que el sistema de Propp, el esquema básico consiste en que al héroe se le encomienda una misión o aventura, que en un principio rechaza por el miedo al cambio, pero el encuentro con un mentor o consejero le hará aceptarla. Habrá siempre grandes peligros, ya sean físicos o morales, con éxitos y fracasos, pero al final el héroe conseguirá regresar a casa. El héroe habrá cambiado, habrá aprendido, y el verdadero desafío será encajar de nuevo en su mundo original.

Y esta parafernalia pretenciosa de primera entrada, que todo alumno de Comunicación Audiovisual, Literatura o Filosofía debe estar harto de escuchar, se debe meramente al pretexto de comenzar elegantemente una narración personal. Quizás no sea este mi viaje del héroe, pero es en definitiva una nueva etapa, y el primer paso, quizás el más importante, es reconocerlo.

Estos últimos días ha habido una canción que a modo de mantra me ha estado volviendo loca. Regina Spektor, con su harrypoteresco nombre, es una encantadora rusa de voz fragil y belleza extraña que me lleva gustando desde 2005, que sin cantar del todo bien, entona, ya sea componiendo o versionando, algunas de las imágenes sonoras (cursilería para para canción, lo se) más evocadoras que conozco. Volveré a hablar de ella y de su ¿antifolk? (periodistas de la massmedia underground americana, podríais inventar términos que no fueran oximórones, gracias) post-soviético a piano, pero de momento, me quedo con tres frases:

Hey, open wide, here comes original sin
(...)
I'm the hero of the story, I don't need to be saved
(...)
No one's got it all