miércoles, 8 de septiembre de 2010

El Diccionario del Diablo (I)

Ante la omnipresecia de los exámenes (mala excusa pero completamente cierta), a una no le queda más remedio que hacer uno de esos post de copypaste TAN odiosos como socorridos, pero qué además me sirve declaración de intenciones (y qué post no lo es, a decir verdad).

Ambrose Bierce, en un alarde de ingenio (sinónimo aquí de ironía) y/o pedantería escribió en el Diccionario del Diablo, del que destaco algunas aceptaciones que me parecieron memorables, todas perfectamente aplicables hoy. Vamos con la A y la B:

Abstemio, s. Persona de carácter débil, que cede a la tentación de negarse un placer. Abstemio total es el que se abstiene de todo, menos de la abstención; en especial, se abstiene de no meterse en los asuntos ajenos.

Aburrido, adj. Dícese del que habla cuando uno quiere que escuche.

Administración, s. En política, ingeniosa abstracción destinada a recibir las bofetadas o puntapiés que merecen el primer ministro o el presidente. Hombre de paja a prueba de huevos podridos y rechiflas.

Admonición, s. Reproche suave o advertencia amistosa que suele acompañarse blandiendo un hacha de carnicero.

Africano, s. Negro que vota por nuestro partido.*


Alba, s. Momento en que los hombres razonables se van a la cama. Algunos ancianos prefieren levantarse a esa hora, darse una ducha fría, realizar una larga caminata con el estómago vacío y mortificar su carne de otros modos parecidos. Después orgullosamente atribuyen a esas prácticas su robusta salud y su longevidad; cuando lo cierto es que son viejos y vigorosos no a causa de sus costumbres sino a pesar de ellas. Si las personas robustas son las únicas que siguen esta norma es porque las demás murieron al ensayarla.
Amnistía, s. Magnanimidad del Estado para con aquellos delincuentes a los que costaría demasiado castigar.

Anécdota, s. Relato generalmente falso.

Australia, s. País situado en los Mares del Sur, cuyo desarrollo industrial y comercial, se ha visto increíblemente demorado por una funesta disputa entre geógrafos sobre si es un continente o una isla.

Baco, s. Cómoda deidad inventada por los antiguos como excusa para emborracharse.



Beber, v. t. e. i. Echar un trago, ponerse en curda, chupar, empinar el codo, mamarse, embriagarse. El individuo que se da a la bebida es mal visto, pero las naciones bebedoras ocupan la vanguardia de la civilización y el poder. Enfrentados con los cristianos, que beben mucho, los abstemios mahometanos se derrumban como el pasto frente a la guadaña. En la India cien mil británicos comedores de carne y chupadores de brandy con soda subyugan a doscientos cincuenta millones de abstemios vegetarianos de la misma raza aria. ¡Y con cuánta gallardía el norteamericano bebedor de whisky desalojó al moderado español de sus posesiones! Desde la época en que los piratas nórdicos asolaron las costas de Europa occidental y durmieron, borrachos, en cada puerto conquistado, ha sido lo mismo: en todas partes las naciones que toman demasiado pelean bien, aunque no las acompañe la justicia.**
Belladona, s. En italiano, hermosa mujer; en inglés, veneno mortal. Notable ejemplo de la identidad esencial de ambos idiomas.***

*Nótese la fecha del diccionario antes de lanzar ninguna acusación.
** Obviemos el tema colonial y añadamos el amor de los japoneses (del que ya Bierce debía empezar a pecatarse) por el sake (es decir, cualquier licor de arroz) y la cerveza.
***Definición más que actual para casi cualquier pornógrafo.